El año que acaba de
terminar -y también el arranque del nuevo- ha supuesto un revolcón para todos
los medios de comunicación. No es que nos haya traído cambios imprevistos, todo
lo contrario, pero quizá sí ha provocado que su transformación sea un poco más
precipitada de lo que esperábamos.
El confinamiento, primero, y la prudencia,
después, nos han llevado a pasar más tiempo en casa y, desde ahí, a pasar
también más tiempo expuestos a casi todos ellos, ahora de una forma muy
distinta a la que estábamos acostumbrados. El Covid ha obligado a todos los
medios a rematar un proceso de digitalización que difícilmente podrá revertirse, por mucho que volvamos a
la antigua normalidad.
La radio convencional también se ha dejado oyentes por el camino, nunca mejor dicho. La reducción de los desplazamientos a las oficinas ha acelerado una caída de penetración que ya se venía insinuando en los últimos años. En total, desde 2017, el medio ha perdido a un 6% de sus fieles.
El año
El año 2020 también le ha dado la puntilla a la prensa tradicional, aunque en el trasvase a su versión digital ha salido ganando, al menos en penetración. En los últimos 3 años los lectores en papel han caído un 8% mientras que los digitales suben un 9%.
Nos hemos acostumbrado a consumir lo que queremos cuando queremos y sin que nada nos estorbe y el camino de vuelta es muy complicado. Nuestra tolerancia a la publicidad cada vez es más reducida, más aún si estamos pagando.
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