El pan es uno de los productos que ha perdido su máxima calidad con la industrialización de los alimentos, y existen dos razones principales. Por un lado usando solo harina refinada se pierden todas las propiedades nutricionales de la harina integral, por otro lado usa levadura química, mientras que la mejor forma y que da más sabor es usar masa madre. Pero, por supuesto, es un proceso que lleva demasiado tiempo y encarece el producto, y estamos acostumbrados a pagar 60 centimos o menos por una barra de pan.
El problema del pan industrial es doble. Lo primero que vemos es que nos estamos alejando de uno de los alimentos más nutritivos que existen, eligiendo panes que no aportan nada en absoluto.
El pan industrial, en cambio, pone de relieve uno de los mayores problemas no solo en la gastronomía, sino en cualquier ámbito, y es el poder que tiene esta industria sobre todo.
Y este es el verdadero problema. Cuando un artesano quiere vender su propio producto, elaborado con las mejores materias primas y con la experiencia de sus manos, nada es posible.
Un obrador artesano para abrir su panadería puede obtener su licencia de apertura en dos años o dos años y medio pero para vender pan industrial, te proporcionan de todo, incluido un horno eléctrico.
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