A veces el olvido no llega de golpe. Llega poco a poco: primero se pierde una placa, luego se afloja una base, luego el polvo, el óxido, la grieta… y finalmente, el silencio de todos.

Pero hay olvidos que duelen más porque son intencionados, porque se permite que la memoria se oxide, que la dignidad se desgaste, que lo simbólico se tape con indiferencia.

La Maternidad no es un adorno ni un capricho. Es una mujer de hierro en nombre de todas las mujeres de carne que sostuvieron este barrio con jornadas dobles, con pañuelos en la cabeza y callos en las manos. Su olvido no es estético: es social, político y profundamente humano.

Hoy, esa escultura está sola.

Pero no muda.

Porque quien mira con respeto la escucha.

Porque quien limpia su base está limpiando también la historia.

Nosotros no vamos a dejarla sola.

Ni a ella, ni a las que representa.

Porque el barrio no se honra con palabras bonitas, sino con gestos que duren.

Y recuperar esa escultura es recuperar parte de lo que fuimos.

Por eso lo diremos claro:

no es solo hierro…

es historia viva…

es Las Fuentes de verdad.