Hay quien habla mucho pero nunca ha cogido un pico ni una pala. Hay quien señala con el dedo a los más vulnerables, sin saber que con ese dedo apuntan también a su propia falta de humanidad. Critican desde la comodidad de su sofá, sin conocer el esfuerzo callado de quienes sí hacen barrio, de quienes sí se levantan cada mañana con ganas de mejorar lo común.

Hoy queremos hablar de ellos y ellas. No solo porque reciben —como algunos dicen con desprecio— sino porque dan. Porque se lo curran. Porque colaboran. Porque han creado algo que no tiene precio: una brigada social y vecinal que está transformando con sus manos lo que muchos solo critican con su boca

¿Sabía usted que estas personas —a las que algunos desprecian sin conocer— recogen alimentos en Mercazaragoza, en los productores del entorno, en el Banco de Alimentos? ¿Sabía que cargan, transportan, organizan, distribuyen? ¿Sabía que recogen ropa, enseres, colchones, cunas, y hasta comida para bebés, y los llevan hasta donde se necesita?

Pero hay más. Esta brigada popular —porque no se puede llamar de otro modo— también limpia solares, desbroza plazas olvidadas, habilita espacios comunitarios. Gracias a su trabajo, un colegio ha podido instalar una caseta para niños y niñas con discapacidad, donde podrán aprender tareas de vida cotidiana: hacer una cama, cocinar, desenvolverse en una vivienda. ¿Eso no es educar, no es construir barrio, no es transformar la realidad?

En los próximos días, realizarán su tercera intervención: recuperarán una plaza degradada que el Ayuntamiento ha abandonado durante años. No se quejarán, actuarán. No esperarán, harán. Con recursos propios —gracias a la asociación— comprarán la pintura, arreglarán los bancos, limpiarán rincones que son de todos. Y lo harán con los niños del barrio, para que aprendan a cuidar lo que es suyo, a amar el lugar donde viven.

A quien desprecia, a quien se burla, a quien lanza su crítica fácil desde la ignorancia, le respondemos con hechos. Esta no es una historia de caridad: es una historia de dignidad. Aquí no se regala nada. Aquí se comparte, se trabaja, se ayuda y se aprende. Porque los que hoy reciben, también dan. Y los que hoy están en situación difícil, mañana quizás salven a otros del abandono.

En Las Fuentes hay gente con manos fuertes y corazones grandes. Hay un barrio que no se rinde. Y hay una brigada que no solo limpiará, arreglará y ayudará: construirá futuro.

Laureano Garin Lanaspa

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