En el corazón del barrio de Las Fuentes, entre la avenida Compromiso de Caspe y la calle Batalla de Lepanto, existe un espacio singular conocido como el “pasaje Las Fuentes”. Lo que antaño fue una galería comercial, hoy se muestra como un lugar desaprovechado, silencioso y olvidado. Sus cristales pintados, paredes grafiteadas y locales vacíos dan testimonio de un abandono institucional que contrasta con la vitalidad potencial de nuestra juventud.

Este pasaje, que une dos arterias importantes del barrio, podría transformarse en un verdadero pulmón social si existiera voluntad política. En un entorno con carencia crónica de locales municipales —más allá del Matadero rehabilitado o el antiguo colegio Tomás Alvira— urge activar lugares como este para dar respuesta a una necesidad que clama desde abajo: espacios dignos y accesibles para la infancia, adolescencia y juventud del barrio.

El barrio de Las Fuentes, como bien saben quienes lo habitan, sufre un proceso de desgaste social que afecta especialmente a los más jóvenes. Abandono escolar temprano, dificultades para acceder a recursos educativos o culturales, y falta de orientación vocacional son solo algunas de las grietas que evidencian la urgencia de actuar.

Este espacio podría ser una escuela abierta, una casa del barrio, un aula de libertad, un taller de oficios, un semillero artístico. Un lugar donde nuestros jóvenes puedan desarrollar sus capacidades, donde la formación se una a la creatividad, donde se escuche la voz del barrio.

Es hora de que el Ayuntamiento de Zaragoza, como ya hizo en su día con el barrio Oliver y el túnel de Cro, mire hacia Las Fuentes con la misma ambición transformadora. El pasaje Las Fuentes puede ser un icono de esa mirada renovada. No queremos monumentos ni promesas: queremos justicia territorial, recursos compartidos y participación real.

La juventud no puede seguir esperando. Tiene derecho a ser parte activa del presente y del futuro del barrio.