Desde hace años, los barrios populares cargan con el peso de la desigualdad, mientras las instituciones se llenan la boca con conceptos como “equidad”, “juventud”, “participación” o “conciliación”. Pero las políticas públicas son más que palabras: son presupuestos, decisiones, espacios abiertos o cerrados. Son lo que se hace y lo que no se hace.

Hoy, en Las Fuentes, el desinterés institucional se materializa en ladrillo: un pasaje muerto, tapiado, en mitad de un barrio que clama por recursos. Mientras se promocionan eventos deportivos millonarios, la infancia vulnerable queda a la intemperie. Mientras se inauguran centros para una minoría privilegiada, la mayoría social sobrevive sin espacios propios.

La juventud en situación de vulnerabilidad no necesita discursos, necesita herramientas. Necesita poder entrar en un lugar que no sea la calle o el centro comercial. Necesita formación, acceso a la cultura, apoyo psicosocial. Y necesita que todo eso no dependa de la heroicidad voluntaria de las asociaciones, sino de una apuesta real por la justicia social.

¿Dónde están los fondos de juventud? ¿Dónde los planes integrales? ¿Dónde el pacto de Estado por la infancia? ¿Dónde la voluntad política?

El pasaje Las Fuentes es la prueba del algodón: si se rehabilita, sabremos que se nos escucha. Si se olvida, sabremos que se nos ignora.

No pedimos caridad. Exigimos responsabilidad institucional.

Este barrio está vivo. Solo falta que los gobiernos se atrevan a mirar con nuestros ojos.