Cierro los ojos y todavía me veo entrando por aquella puerta. El antiguo colegio Tomás Alvira no era solo un edificio; era un pedazo de vida. Allí me llevaban mis padres por las tardes. Era mi espacio, el de muchos. Éramos niños de un barrio obrero, donde la vida no era fácil, pero sí digna. Donde se aprendía lo esencial: el respeto, el esfuerzo, la convivencia. No solo se enseñaban letras y números. Se enseñaba a vivir.
Hoy, el colegio está cerrado.
Silencioso.
Olvidado.
Durante un tiempo, supimos que lo rehabilitaba la Escuela Taller. Se habló de una recuperación, de formar a jóvenes en oficios. Se anunció una obra que serviría también al barrio. Pero los años pasaron, y lo que hoy tenemos es un edificio vacío. Cerrado a cal y canto. Inutilizado. Cercado. Inaccesible.
Y mientras tanto, en Las Fuentes, no queda ni un solo local municipal disponible para el vecindario. Solo uno, por cesión a Transportes Urbanos de Zaragoza, y nada más. Las asociaciones no tienen dónde reunirse. Los mayores no tienen espacios nuevos. Las madres no tienen salas donde hablar de conciliación. Los jóvenes no encuentran un lugar donde ser escuchados. Y todo eso… con un colegio cerrado delante de nuestras narices.
¿Es esto justo?
Este barrio, el distrito 6 de Zaragoza, ha sido despojado, poco a poco, de su espacio común. Primero fue el matadero, reconvertido en centro cívico, en biblioteca, en oficinas… hasta que no quedó espacio libre para el vecindario. Luego, el colegio Tomás Alvira. Lo transformaron, lo prometieron, lo olvidaron. Hoy nadie sabe si está rehabilitado o abandonado. Solo sabemos que está cerrado.
Y sin embargo, sigue ahí.
Esperando.
Como espera este barrio.
La propuesta es sencilla: que se reabra el Tomás Alvira como lo que siempre fue: un lugar para el pueblo. Un centro de encuentro, de cultura, de vida. Un espacio cívico donde vuelva la comunidad. Donde los niños que hoy juegan sin patio puedan tener uno. Donde los mayores con más de 10.000 socios en su centro tengan una sala más. Donde los colectivos sociales, culturales, vecinales, educativos y juveniles puedan encontrarse sin rogar cesiones ni ocupar esquinas.
El colegio Tomás Alvira no es un inmueble. Es un símbolo.
Es parte de la memoria de este barrio.
Y puede ser parte de su futuro.
Desde aquí, desde el recuerdo y desde la conciencia ciudadana, pedimos algo elemental: que se reabra. Que se habilite. Que se devuelva al barrio. Que se haga con transparencia, con planificación y con justicia territorial. Porque Las Fuentes no es un barrio de segunda. Porque cada metro cuadrado público en este distrito debe estar al servicio de su gente.
Porque fuimos niños allí.
Y ahora somos voz.
La voz de la palabra.
La voz de un barrio que sigue creyendo en lo común.
Enlace de videos:
https://www.facebook.com/reel/732142169716519?locale=es_ES

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