CASSIOPEIA, la estrella roja del barrio, fue sembrada en la tierra para orientar a quien supiera mirar el cielo. Se instaló en enero de 2010 gracias a la Junta Municipal que entonces presidíamos, como tantas otras piezas de arte público que dieron identidad al barrio y abrieron un diálogo entre la ciudad y quienes la habitan.
Obra del escultor Jacinto Ramos Gracia, miembro del colectivo Pablo Serrano, se alza —o resiste— entre la avenida Echegaray y Caballero y la calle Fray Luis Urbano, junto al puente del Azud del Ebro. Frente a ella, el edificio de AsIslaf, bdonde tiene su sede la Asociación de Personas con Discapacidad Física de Las Fuentes. Todo esto importa: el lugar, el símbolo, la memoria.
Cassiopeia no es solo una constelación. Esta estrella metálica, con forma de W o de M, es una señal. Históricamente ha sido usada para encontrar el norte cuando la Osa Mayor no era visible. Y ese era —y sigue siendo— su mensaje: orientar en medio del abandono, ser faro cuando la administración pierde el rumbo.
Pero hoy, en 2025, el metal se oxida, como los compromisos rotos. La pintura roja que la hacía brillar en la entrada del barrio se ha ido perdiendo entre el óxido y la indiferencia institucional. Es un síntoma más. Y un recordatorio claro: aquí no informa ni el copón con ruedas.
El actual consejero de Urbanismo, Víctor Serrano Celma, aún no ha encontrado el norte. Lo tiene fácil: solo debe pasearse hasta esta esquina del barrio y levantar la vista. Allí sigue Cassiopeia, esperando que alguien le devuelva el color y el sentido.
Porque las estrellas no se olvidan. Aunque algunos quieran apagar su brillo a golpe de abandono.

Comentarios recientes