El Muro de la Desidia no es solo una tapia olvidada en los márgenes de la ciudad. Es el símbolo mudo del abandono, la cicatriz que separa promesas incumplidas y barrios olvidados. Entre Compromiso de Caspe, San Adrián de Sasabe y la Z-30, esta frontera de ladrillo y polvo representa todo lo que no se hizo.

A través de este reportaje hemos recorrido su historia, su contexto, su denuncia y su grito callado. La crónica, el apéndice crítico, el artículo y los carteles construyen el relato de una ciudad partida entre la palabra y el silencio institucional.

Pero lo que hoy mostramos en imágenes no es solo una denuncia: es también una propuesta de memoria, dignidad y transformación. Porque Las Fuentes no es un barrio al margen. Es el corazón vivo de una Zaragoza que merece ser entera.