El artículo publicado el 25 de junio en El Periódico de Aragón, dentro del marco del Foro Global sobre la Nicotina, ha encendido una chispa en el debate internacional sobre el vapeo. Bajo un titular contundente —“Expertos acusan a la OMS de desinformar sobre el vapeo”— se pone sobre la mesa una cuestión clave: ¿estamos combatiendo el tabaquismo con evidencia o con dogmas?

Desde “Mirada al día”, creemos necesario mirar con lupa tanto los argumentos como los silencios de este tipo de foros, que generan titulares potentes pero dejan preguntas sin responder.

Fortalezas: cuando el debate es necesario

Lo primero que reconocemos es el valor de poner en cuestión ciertas posturas inamovibles. Expertos como Clive Bates o Riccardo Polosa señalan que la Organización Mundial de la Salud (OMS) podría estar confundiendo “peligro” con “riesgo”, y que muchas veces se demoniza el vapeo sin tener en cuenta que, usado correctamente y con regulación, puede ser una herramienta de reducción de daños frente al tabaco tradicional. Es una idea poderosa y, en algunos países como Reino Unido o Nueva Zelanda, ha dado resultados.

También es justo denunciar que las prohibiciones absolutas, como en México o Australia, acaban generando mercados negros incontrolables y perjudican, en especial, a quienes más necesitan dejar de fumar y no encuentran alternativas.

Debilidades: lo que no se dice también importa

Pero el artículo falla al mostrarnos solo una cara de la moneda. Ninguna voz crítica con el vapeo aparece en el texto. ¿Dónde están los médicos, los neumólogos, los expertos en salud pública que alertan sobre los efectos secundarios del vapeo? ¿Qué pasa con los estudios que relacionan el uso del cigarrillo electrónico con enfermedades pulmonares como el EVALI, o con la normalización de la nicotina entre menores?

El problema no es el vapeo como tal, sino cómo, cuándo, dónde y quién lo usa. No se puede obviar que su crecimiento entre adolescentes ha convertido a estos productos en una nueva puerta de entrada a la nicotina. Ignorar este dato es mirar hacia otro lado.

Una posición razonada: regulación, evidencia y protección

Nuestra mirada es clara: ni demonizar ni idealizar. El vapeo no es el enemigo, pero tampoco es un héroe sin mancha. Es una herramienta, y como tal, debe usarse con inteligencia, evidencia y regulación.

La OMS debe abrirse a nuevos enfoques basados en la ciencia, sí, pero los foros internacionales también deben dejar de ser trincheras ideológicas y convertirse en puentes de diálogo. No basta con gritar “desinformación” sin ofrecer pruebas sólidas ni sin escuchar a la otra parte.

Lo que proponemos desde la ciudadanía

Desde la sociedad civil, desde los barrios, desde quienes trabajan con jóvenes o acompañan procesos de salud, pedimos:

Estudios independientes, amplios y actualizados.

Control riguroso de sabores, diseño de los dispositivos y publicidad.

Etiquetado claro y campañas educativas sobre riesgos reales.

Acceso seguro a productos regulados para quienes de verdad buscan dejar de fumar.

Y sobre todo: decisiones informadas, no condicionadas ni por intereses comerciales ni por prejuicios institucionales.

Conclusión: menos humo, más luz

La lucha contra el tabaco necesita menos humo —literal y figurado— y más luz: luz científica, luz pública, luz ciudadana. La desinformación se combate con datos, pero también con humildad. Quizá la gran lección de este foro sea que todos —incluso la OMS— tenemos el deber de escuchar más y gritar menos.

Puede ser una imagen de texto que dice "በበ VAPEO, VERDAD Y CONFUSIÓN A QUIÉN ESCUCHAR EN LA LUCHA CONTRA EL TABACO?"